Uno de los grandes secretos del estilo es uno de los más sencillos y menos usados: repetir, repetir y repetir.
¿Qué tienen en común Steve Jobs, Marilyn Monroe, Karl Lagerfeld o Frida Kahlo? Que todos tienen un estilo que les identifica, una iconografía que les representa. Repiten sistemáticamente el tipo de ropa (patrones, colores, tipos de prenda) consiguiendo que se les identifique y se les diferencie de una manera mucho más fácil.
Yo, lo confieso, soy fan de repetir repetir y repetir pero ¿cómo se hace eso con estilo? No hablo de ir en vaqueros y con un jersey de bolas todos los días, no. Hablo de tener looks definidos que son tu sello, que tienen que ver contigo: con tu esencia, con tu morfología, con los colores con los que te identificas, que te favorecen, que resaltan y transmiten lo que tú quieres en este momento.
Unos pantalones que te sienten de lujo y un par de jersey estupendos pueden ser el esqueleto perfecto al que sumar complementos, cambiar zapatos y bolso o prenda exterior para ir siempre bien.
Pero, confesad, nos da miedo hacerlo. ¿Por qué? Porque la industria de la moda se ha encargado de hacernos pensar que si repites es que no tienes mucha ropa y por lo tanto eres “pobre o poco estilosa”. Una industria de la moda que busca además que compremos constantemente para tener el armario lleno y nada que ponerte por las mañanas ¿Te suena?
También porque, en lugar de trabajar y reflexionar para definir tu estilo es más sencillo ir corriendo a comprar algo nuevo que calme tu malestar pero, eso, lo sabemos es “pan para hoy y hambre para mañana”.
Además, muchas veces nos da “vértigo” invertir en una prenda. Ves una camisa preciosa pero se va por encima del rango de precio que te sueles gastar y no te lo permites. Y acabas gastando lo mismo, o más, en prendas que luego acaban en el armario.
El otro día le paso algo en este sentido a mi hija de 11 años. Una amiga suya le pregunto por qué llevaba siempre el mismo conjunto. Le expliqué que creemos que es mejor tener unos buenos pantalones que te sientan fenomenal que dos o tres que “ni fu ni fa”. Pero ahí estaba la presión, también entre las niñas, para que compremos mucha más ropa de lo que en realidad necesitamos solo por qué parece raro que vayamos vestidas más o menos siempre con el mismo estilo, con las mismas prendas.
La verdad es que me hizo reflexionar sobre hasta qué punto estamos influidos por la necesidad de estrenar para cambiar sabiendo que, pocos días después de comprar esa nueva prenda “fast fashion”, nos volvemos a enfrentar al mismo problema frente al armario. No parece muy lógico ni, obviamente, sostenible para nuestra economía ni para el modelo de desarrollo al que debemos caminar.
Creo que es esencial, aunque vayamos a contracorriente, poner en valor el hecho de comprar mejor, comprar menos, comprar de mayor calidad y repetir todo lo que haga falta.
Porque si llevas una prenda que realmente te emociona no te importa tanto repetir. ¿Qué piensas? ¿Sabes cómo tener esa estrategia para repetir con éxito? ¿Te ayudo?

Me ha parecido muy interesante
y quiero saber más.
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